Lluvia fina

El ruido fuerte de la lluvia me hizo asomarme a la ventana.

       Delante de mi se alineaba el conjunto de pinos que tan bien conocía

       La lluvia caía como un espeso velo que contrastaba con el verde oscuro

de los árboles, con una sorprendente sensación de movimiento.

       El cielo estaba gris, adamascado en tonos plomizos.

       Me atraía esa masa verde oscura, rematada por picos desiguales contra

el gris de las nubes, encima del desmonte, frente a mí, limpiando sus ramas

con la lluvia.

       Había amainado la fuerza del chaparrón hasta convertirse en una fina y

casi imperceptible llovizna.

       Como en sueños, me vi fuera, al mismo nivel de los pinos, muy cerca de

ellos, recibiendo la lluvia sobre mí.

       Con la cabeza hacia sus copas, con los ojos medio cerrados, sentí una

suave sensación sobre mi cara y mi pelo, de lentísima caricia, con la llovizna

deslizándose sin apenas mojarme, empapando poco a poco, dulcemente, mis

ojos, mis mejillas, mi boca, mi pelo, mis hombros , sin la fuerza de la lluvia de

 unos momentos antes.

       Era una mano suave, lenta, imperceptible y húmeda que refrescaba y

descansaba, invitando a la quietud y, al tiempo, tonificando mis sentidos.

       Los árboles parecía que ahora formaban semicírculo ante mí.

       Ya no eran una línea recta al frente, en lo alto del desmonte.

       Con los ojos cerrados los veía como un arco verde oscuro.

En el centro, con solo forzar un poco mi imaginación, yo podía abrir los

brazos y unirlos a los extremos de ese semicírculo.

El vientecillo se había calmado. El frió de la tarde había dejado paso a  un

dulce fresco mentolado...........................

       Pero no abrí los brazos.

       El bosque estaba allí, donde siempre, un poco mas alto que mi ventana, y

era una línea recta, oscura y bella. 

       Yo permanecía tras los cristales, con los ojos medio cerrados, sintiendo el

bienestar de tenerlos frente a mí.

       Entonces, a través de una rendija entre las nubes que se entrecruzaban

en el cielo, se deslizó un rayo de tibio sol que llegó hasta mis ojos,

manteniéndolos cerrados, templando mi frente, mis mejillas y mis labios,

desplegando en mi cerebro un arco iris de chispas de intensa claridad.

Original registrado de JALOQUE

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