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Acceso
Roto el cristal del hechizo, cualquier cosa podía pasar en aquel sitio inhóspito.
No era un bósque y debía serlo, pues doña ijspiración lo requería.
Alguien había roto el cristal de una pedrada y había cambiado todo el orden del cuento y, a partir de ese momento, el Conejo Blanco llevaría guates rojos en lugar de los blancos de siempre...
La Reina de Corazones estaba feliz: Todos andaban alborotados de un lado a otro y ella podría gritar a su antojo ¡ Que les corten la cabeza !.
Claro que con la pedrada que había roto el cristal ya varias cabezas habían rodado por los suelos, pero sin manchar nada de sangre, que para eso era un cuento de niños.
Bajo el árbol del fondo algo se agitaba y se oia un aquejido lastimaro.
El hombre del paraguas se acercó a mirar, con cuidado de no pisar las flores que formarían el ramo blanco del conejo y, por más que miraba, nada encontraba... excepto un débil quejido cerca del tronco del árbol.
Se agachó, se colocó las gafas y levantó unas hojas cubiertas por la nieve.
Quien se quejaba era una pequeña seta, con un gorrito rojo con puntos blancos, como la de los enanitos, que asomaba entre la hojarasca.
-- "Yo no debería estar aqui ¡ por todos los gnomos del bosque ! sino cerca de esa estúpida niña que vaga locamente metiéndose en todo lo que no le importa. Ella se encaprichará de mis colores, me cogerá y ¡ zas ! me dará un mordisco que me dejará medio lisiada... y eso ha de ser asi para que se imagina crecer y crecer, hasta por encima del árbol del fondo, donde me tirará descuidadamente.... El conejo no la va a encontrar nunca y el cuento se irá por los cerros de Úbeda...
Cuando llegue el Conejo Blanco, con sus guantes rojos y el ramo de flores pisoteadas… y no encuentre a ninguno de los personajes del cuento… Le va a caer la del pulpo, y cuando la Reina de Corazones le vea, igual se le antoja ordenar que le corten la cabeza… o cualquier otra cosa…. Para innovar.
¿Y tú qué miras con esas gafotas tan enormes ahí parado?- increpó la seta del sombrerito al hombre del paraguas y las enormes gafas…."
- Pues te miro a ti, seta escandalosa y quejica…. Yo he escrito el cuento de Alicia, y ahora no se sabe quién ha roto el cristal de la imaginación, y anda todo el mundo fuera de su sitio… Me va a costar volver a colocaros a todos donde debéis estar, o no habrá cuento de Alicia…. Lo cual me va a poner de muy mal humor.. Seguro que con tus lloriqueos no sabes que eres una Amanita Muscaria, a la que los entendidos llamamos “matamoscas”, benévolamente, para no descubrir que eres más alucinógena que un peta de orégano.
En cuanto deje de llover te pondré bien atractiva para que la alocada Alicia te encuentre, te coja y te mordisquee.
Esa niña nada sabe de chamanes. Va a creer que crecerá mucho, muuucho…. Y se va a ir de verbena con el Conejo Blanco, a compartir mordiscos y relojes sin hora….
Lo malo va a ser cuando el efecto alucinógeno de la amanita le haga sentir que se vuelve pequeñitaaaa, pequeñitaaaa y se la podría comer hasta un grillo… pero bueno, ya lo arreglaré sobre la marcha, improvisando, porque menudo lio ha organizado el genízaro que ha lanzado la pedrada y ha roto el cristal del cuento…
¡ A mejorarse “matamoscas” ¡
ORIGINAL de Conchita Ferrando de la Lama (Jaloque)
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