La noche duele de tan hermosa.
El habitual reloj marca una hora
que no creo.
No pueden ser las veinte, en junio
con un cielo asà de claro.
Como un lÃquido frÃo
que rompe las compuertas
para volcar en mi patio
la noche entera
distintamente azul.
El milagro está allà para verlo
 sentirlo
               incorporarlo...
Solemos no darnos cuenta
y negarnos los milagros.
Hoy ocurre.
De noche,
         y es azul...