Solo una gota de luz

 

Abriste tus manos y me diste la luz

que tañían las abejas

en el arpa de cera ,

sobre tu piel de vidriera bizantina.




 

Tu pecho subió al ritmo

de cítaras violeta.

La guitarra  de  sol  de tus caderas

se ensanchó en patio

 de camelias blancas,

con la inquietud de los  caballos alazanes

que irrumpieron en la noche

con soberbio galope.



Volaron los pájaros, brillantes de carbón,

navegando al sonido de campanas

empapadas de sol,

acortando el espacio entre el cielo y la tierra,

desandando el camino

espacial sin dejar huellas.




Tu sembraste de fresas el arco cimbrado

de la tarde en tus ojos,

que disparó sus flechas

de cristal y albahaca.

 

 

¿Dónde, dónde estás hoy,

luz dorada de mis noches sin contraluces?

Una lágrima helada, espuma de luna y sal

con nieve amarga,

viaja  hacia  detrás del arco iris.



Ya no brotan cerezas en mi huerto.

La noche del estío

exprime  temblorosa  las últimas espigas,

migajas de la tierra

abrasada y sedienta.



No les niegues la magia de tus sueños

que extiende  su color  al universo.

Dales solo una gota de tu luz



 

 


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